La interpretación de la carta natal es una de las herramientas de autoconocimiento más poderosas que conozco. Por eso mismo, muchos de nosotros sentimos un vértigo indescriptible a la hora de querer abrir esta caja de Pandora, más aún delante de una persona que pueda "corroborar" todo lo que sospechamos que "anda mal" dentro de nosotros.
Yo soy la primera que ha sentido algo parecido mil veces. En mayor o menor medida, todos hemos tenido temores o creencias limitantes como "hay algo profundamente erróneo en mí" o "si la gente pudiera ver cómo soy realmente por dentro, dejarían de quererme", que nos pueden llegar a crear un sentimiento cercano al Síndrome del Impostor. Así, lejos de querer mirar hacia dentro o mostrarnos ante otros, nos encaramamos todavía más en intentar esconder cualquier cosa que percibimos como nuestros "defectos" a ojos de los demás.
Efectivamente, soy de la opinión de que es sano no querer abrirse con cualquiera. Al fin y al cabo, soy Ascendente Escorpio y eso es algo que nos sale natural: este tipo de información tan íntima podría ser utilizada para controlarnos y manipularnos.
Sin embargo, no está de más recordar que todos tenemos nuestras luces y sombras. Tú no eres el único. Es importantísimo dejar claro que ninguna carta natal, por todo lo "tensos" o "armónicos" que sean sus aspectos, es mejor o peor. Y esto no es sólo un decir. La astrología humanística más moderna entiende y defiende que una carta con aspectos llamados "inarmónicos" infunde incluso más impulso de cambio, mientras que otra con aspectos más "armónicos" podría hacer que la persona se durmiera más en los laureles. Nada es calificable como "bueno" o "malo" en astrología.
Así que no tengas miedo. La astrología no es una herramienta para descubir al impostor en tí. Más bien al contrario, es una oportunidad de saber cómo volar de las sombras hacia los potenciales. Todo es lo que es y todos hemos venido a aprender y evolucionar. Pero esa filosofada es harina de otro costal, y la voy a dejar para otra ocasión.
Komen