La Antroposofía es la cosmovisión espiritual del ser humano propuesta por Rudolf Steiner a comienzos del siglo XX. No es el objeto de esta entrada definir en qué tipo de visiones se fundamenta, sino más bien trazar las numerosas similitudes que he ido corroborando entre ésta y la Astrología.
Para comenzar, la Antroposofía es una propuesta con numerosísimas ramas, entre las que se encuentran la educación (Waldorf), la medicina, la arquitectura, la agricultura (biodinámica) y el movimiento sagrado (Euritmia), entre otras. Entre ellas, la Biografía Antroposófica se podría considerar la rama de acompañamiento psicológico y espiritual de personas que en algún momento de sus vidas puedan necesitar encontrar mayor sentido a sus experiencias vitales. El así llamado Acompañamiento Biográfico consiste, pues, en ayudar a la persona a trazar un hilo conductor entre todas las experiencias internas y sucesos externos que ha podido experimentar y que hablan, en última instancia, de quiénes somos y qué hemos venido a aprender en esta encarnación.
Gran parte de los postulados del Acompañamiento Biográfico consisten en reconocer un ritmo común de desarrollo físico, emocional, mental y espiritual en todos los seres humanos. Esto es, existen unos ritmos naturales que suelen suceder alrededor de las mismas edades en todos los seres humanos y los cuales dan muchísimas pistas de por dónde se está desarrollando la existencia de una persona.
El arte del acompañante biográfico estriba precisamente en trazar una relación entre estos ritmos comunes a todos los seres humanos y las vivencias particulares del consultante con el objetivo de ayudarle a contactar con su así llamado Yo Superior, esa parte -a no confundir con el ego- más grande y sabia dentro de nosotros con un propósito que otorga significado, transcendencia y sentido a nuestras vidas.
La Astrología da cuenta de ambas direcciones dentro del Trabajo Biográfico: explica la totalidad de los ritmos vitales naturales comunes a todo ser humano y da muchísima cuenta de esta misión de alma más particular de cada ser humano.
En entradas posteriores dedicaré espacio a concretar con muchísimo más detalle en qué consisten estas similitudes. Valga por ahora mencionar que los ciclos planetarios explican todos esos ritmos comunes a los seres humanos con absoluta precisión. El color y forma de las motivaciones y momentos más individuales quedan también asobrosamente reflejados en los tránsitos planetarios y en las maneras que éstos tienen de afectar el mandala natal individual.
Como estudiante de ambas disciplinas, mi asombro no cesa ante tanta similitud. Y, claro, Rudolf Steiner, abrazó el conocimiento astrológico dentro de su visión del ser humano, como no podía ser de otro modo.
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